Bibliografía

Buenos Aires 01 de Octubre del 2025

Infección Urinaria Asociada a Sonda Vesical.

 

 

Infección Urinaria Asociada a Sonda Vesical.
 
Actualización y Recomendaciones Intersociedades 2024

WANDA CORNISTEIN1*+^, YANINA NUCCETELLI2*^, VIVIANA M. RODRIGUEZ3*, ÁNGEL COLQUE4*, VIVIANA CHEDIACK5+, MARCO FLORES5+, ADRIANA FERNÁNDEZ LAUSI6*, ADRIANA MANZUR7*, EMILIO F. HUAIER ARRIAZU8*, ELEONORA CUNTO5+, MIRIAM BLANCO9+1
1Hospital Universitario Austral, Pilar Buenos Aires.
2Hospital Interzonal General de Agudos General José de San Martín, La Plata, Buenos Aires,
3Hospital General de Agudos Dr. Enrique Tornú, Buenos Aires,
4Complejo Médico Churruca Visca, Buenos Aires,
5Hospital Francisco J. Muñiz, Buenos Aires,
6Hospital Nacional Profesor Dr. Alejandro Posadas, El Palomar, Buenos Aires,
7Hospital Público Descentralizado Dr. Guillermo Rawson, San Juan,
8Hospital Italiano de Buenos Aires, Buenos Aires,
9Hospital de Alta complejidad en Red El Cruce, Florencio Varela, Buenos Aires, Argentina
*Comisión de Infecciones Asociadas a los Cuidados de la Salud, Sociedad Argentina de Infectología +Comité de Infectología Crítica+ Sociedad Argentina de
  Terapia intensiva+INVERA (Investigación en Resistencia Antimicrobiana)

                                                                                                    MEDICINA (Buenos Aires) 2025: 85: 348-362

 


Resumen Representantes de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) acordaron la elaboración de recomendaciones de diagnóstico, tratamiento y prevención de la infección del tracto urinario asociada a sonda vesical (ITU-SV). La metodología utilizada fue el análisis de la bibliografía publicada en 2018-2024, complementada con la opinión de expertos y datos epidemiológicos locales. En este documento se pretende ofrecer herramientas básicas de optimización de diagnóstico en base a criterios clínicos y microbiológicos, orientación en los esquemas antibióticos empíricos y dirigidos, y promover las medidas efectivas para reducir el riesgo de ITU-SV. Se destaca la preocupación por el control y tratamiento inadecuados de la ITU-SV, en particular el uso indiscriminado de antimicrobianos y la importancia de garantizar la mejora en las prácticas diarias. Se establecen pautas locales para mejorar la prevención, optimizar el diagnóstico y tratamiento de la ITU-SV, y así disminuir la morbimortalidad, los días de internación, los costos y la resistencia a antibióticos debidos al mal uso de los antimicrobianos. 
Las infecciones urinarias asociadas al uso de sonda vesical (ITU-SV) representan la quinta causa de infecciones asociadas a los cuidados de la salud en EE.UU.¹ y constituyen una causa frecuente de bacteriemia². Estas infecciones tienen un impacto significativo en la morbimortalidad, prolongan la estancia hospitalaria y generan un aumento en el uso de antimicrobianos y en los costos del sistema de salud³. En Argentina, el informe 2023 del Programa Nacional de Vigilancia de Infecciones Hospitalarias (VIHDA), destaca que las ITU-SV ocupan el tercer lugar entre las infecciones asociadas a procedimientos invasivos. La tasa registrada fue de 3.6 episodios por cada 1000 días de uso de sonda vesical, con una tasa de utilización del 75.5% en 104 unidades de cuidados intensivos (UCI) de adultos4. Entre el 15% y el 25% de los pacientes hospitalizados requieren la colocación de un catéter urinario en algún momento durante su internación. El uso de la SV y la duración de la cateterización urinaria son los principales factores de riesgo para desarrollar ITU-SV, con un incremento diario en la incidencia de bacteriuria del 3% al 7% por cada día de permanencia de la sonda5. Otros factores de riesgo incluyen el sexo femenino, la edad avanzada y la diabetes mellitus6,7.

Métodos
Este documento actualiza la publicación del 20188 y es el resultado del trabajo conjunto de los miembros de la Comisión de Infecciones Asociadas al Cuidado de la Salud y Seguridad del Paciente (IACS-SP) de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y el Comité de Infectología Crítica (CIC) de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), sobre enfoque y control de las infecciones en Unidades de Terapia Intensiva de adultos (UTI). Para su elaboración se realizó una búsqueda sistemática, cuyas fuentes fueron Medline, PubMed, Embase, Lilac`s, Ovid, Cochrane. Se utilizaron palabras clave, términos MESH, en idioma español e inglés, para el período 20182024. Los trabajos analizados fueron guías, revisiones sistemáticas, estudios clínicos aleatorizados y estudios observacionales. Este documento ha sido diseñado para colaborar con médicos (residentes, becarios, internistas, intensivistas, infectólogos), personal de enfermería y cualquier otro personal de la salud que asista a pacientes con sonda vesical. El documento está estructurado de la siguiente manera: (1) Definición y diagnóstico; (2) Tratamiento; (3) Medidas recomendadas para la prevención.

Definición y diagnóstico
El diagnóstico de las ITU-SV plantea importantes dificultades debido a la inespecificidad de los signos y síntomas, lo que a menudo lleva a basarse exclusivamente en la presencia de cultivos positivos. Esta práctica aumenta el riesgo de sobrediagnóstico y el uso innecesario de antibióticos. El desarrollo de biopelículas (biofilms) y la presencia de microorganismos contaminantes en los urocultivos de pacientes con sonda vesical puede ocurde un cultivo asociado al recambio de la sonda podría reducir la recuperación de contaminantes¹0 y favorecer un uso más responsable de los antimicrobianos7. Varios estudios han demostrado que el recambio de sonda vesical en pacientes con sospecha ITU-SV, cuando la sonda ha permanecido más de 7 días, mejora la efectividad del tratamiento y reduce las recaídas¹¹,¹². En línea con estos hallazgos, un consenso de expertos recomienda realizar el cultivo de orina junto con el recambio de la sonda después de 5 a 7 días de su colocación¹³. Para pacientes con sospecha de ITU-SV y sondas con más de 7 días de uso, este consenso sugiere que el cultivo siempre se realice tras el recambio del catéter, ya que esto mejora tanto la precisión del diagnóstico como la efectividad del tratamiento. Además, es de buena práctica desarrollar algoritmos y protocolos para minimizar la solicitud innecesario de urocultivos y optimizar las decisiones clínicas en el manejo de estos pacientes14,15. La infección urinaria se debe diferenciar de la bacteriuria asintomática1,16.

Bacteriuria asintomática asociada a sonda vesical
Se define como la presencia de urocultivos positivos para ≥ 1 microorganismo con un recuento de ≥ 105 UFC/mL en pacientes con SV colocada por más de 48 horas, sin presentar signos ni síntomas de infección. En la mayoría de los casos, no requiere tratamiento antibiótico, salvo en grupos de alto riesgo de complicaciones, como embarazadas, pacientes trasplantados renales o aquellos sometidos a procedimientos urológicos endoscópicos con riesgo de sangrado. Infección urinaria asociada a sonda vesical (ITU-SV) En estos casos, el diagnóstico de infección urinaria en pacientes portadores de sonda vesical durante más de 48 horas (h) y hasta 24 h posteriores a su retiro requiere la presencia de signos y síntomas compatibles. Los síntomas más comunes incluyen fiebre, dolor o molestias en la región hipogástrica, alteraciones del sensorio, hematuria aguda, disautonomía en pacientes parapléjicos, y, tras el retiro de la sonda, disuria, polaquiuria o tenesmo vesical. El punto de corte para considerar positivo un urocultivo es de 105 UFC/ml. Es fundamental tener en cuenta que un sedimento urinario patológico no tiene valor predictivo de infección en pacientes sondados. Los microorganismos más comunes en las ITU-SV incluyen Enterobacterales, como Escherichia coli, Klebsiella spp. y Proteus spp., así como bacilos Gram negativos no fermentadores, entre ellos Pseudomonas aeruginosa. Entre los cocos Gram positivos, las especies de Enterococcus spp. son particularmente frecuentes4. En cuanto a las infecciones por hongos, las especies de Candida representan entre el 1% y el 3% de los casos, dependiendo del tipo de unidades hospitalarias evaluadas. Para el diagnóstico de ITU-SV de origen micótico se deben evaluar los signos y síntomas de infección y además considerar los siguientes aspectos, dado que es fundamental diferenciar entre colonización e infección17: 1. Candiduria que desaparece tras la remoción de la sonda vesical (SV): Se interpreta como colonización de la sonda y/o contaminación, no como infección. 2. Candiduria persistente tras la remoción de la SV: Puede corresponder a colonización y/o infección. La evaluación debe considerar la presentación clínica, la presencia de factores de riesgo y los resultados de estudios complementarios (ver sección de tratamiento). Es importante recordar que la presencia de piuria no es un criterio relevante en pacientes portadores de SV. 3. Muestras con recuentos de colonias de Candida entre 104 y 105UFC/mL asociadas a respuesta inflamatoria y manifestaciones clínicas: En estos casos, se debe considerar infección activa y determinar la conducta terapéutica adecuada.

Tratamiento
 El tratamiento empírico inicial debe definirse según la evaluación clínica del caso, considerando principalmente la gravedad de la presentación, los factores de riesgo de resistencia antimicrobiana, los antecedentes microbiológicos del paciente (aislamientos previos en la historia clínica) y los perfiles de resistencia antimicrobiana específicos de la unidad de internación (Fig. 1).
En casos de ITU-SV con síntomas exclusivamente locales, en pacientes inmunocompetentes, se puede esperar a los resultados de los cultivos antes de iniciar el tratamiento antimicrobiano. El tratamiento definitivo debe fundamentarse instaurarse  a partir de las 48 horas posteriores a su colocación9. Durante este período, en espera de los resultados del aislamiento microbiológico y el antibiograma, adaptándose a las complicaciones infecciosas, las comorbilidades del paciente y las características de las opciones terapéuticas, como su toxicidad, biodisponibilidad y el riesgo de reacciones alérgicas. El tratamiento antimicrobiano de las ITU-SV corresponde a las recomendaciones para infecciones urinarias complicadas. Como regla general, no se recomienda tratar bacteriurias asintomáticas asociadas a catéter, especialmente cuando involucran microorganismos de difícil manejo como Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter baumannii multirresistente o Stenotrophomonas maltophilia. Estas bacteriurias son frecuentes en pacientes con cateterismo prolongado, y su tratamiento innecesario contribuye al aumento de la resistencia bacteriana y al riesgo de infecciones por Clostridium difficile. Además, la presencia de piuria por sí sola no justifica iniciar tratamiento antimicrobiano empírico7. El objetivo principal del tratamiento es aliviar los síntomas y prevenir la progresión a sepsis  Según reportes internacionales18-20, y adaptando estas recomendaciones a la epidemiología local, se sugiere iniciar un tratamiento empírico dirigido a bacilos Gram negativos, empleando el antimicrobiano de menor espectro posible.
En casos de sepsis, se recomienda ampliar la cobertura18,19. No se aconseja iniciar tratamiento empírico para cocos Gram positivos o Candida.
Tratamiento empírico para bacilos Gram negativos
En el momento de seleccionar el tratamiento antimicrobiano, es fundamental considerar los microorganismos prevalentes, los patrones de resistencia específicos de la unidad donde se encuentra el paciente y las prevalencias regionales .
En Argentina, los últimos datos de la red WHONET informan sobre la resistencia (R) de los principales microorganismos aislados en ITU-SV. En el caso de Escherichia coli, la R a cefalosporinas de tercera generación es del 28.3%, a amikacina del 4.5% y a trimetoprima-sulfametoxazol (TMS) del 46%. Además, la resistencia a quinolonas supera el 45%. Por otro lado, Klebsiella pneumoniae presenta una R a cefalosporinas de tercera generación del 58%, a TMS del 54% y a carbapenémicos del 36%, con una resistencia a quinolonas mayor al 45%21. La resistencia a carbapenémicos en Klebsiella pneumoniae ha aumentado significativamente en la última década, pasando del 10% al 36%. Entre las carbapenemasas predominantes en estas cepas, las metalobetalactamasas (MBL) representan el 60%, mientras que las KPC alcanzan el 33%. Además, el 25% de las cepas resistentes a carbapenémicos también muestran resistencia a colistina. Esta situación epidemiológica a nivel nacional subraya la importancia de contar con datos actualizados en cada unidad. Esto es esencial para evitar la prescripción de antibióticos ineficaces y garantizar una terapia antimicrobiana optimizada para cada caso. Para establecer el tratamiento empírico inicial (TEI) en pacientes que no pueden esperar los resultados del urocultivo, se dispone de un puntaje (score) basado en factores de riesgo asociados a infecciones por microorganismos productores de betalactamasas de espectro extendido (BLEE). Un puntaje ≥ 3 puntos ha demostrado tener una sensibilidad del 95% para predecir la presencia de dichos microorganismos, lo que indica que esta herramienta identifica correctamente al 95% de los casos con riesgo elevado. Los factores incluidos en el puntaje son: uso reciente de β-lactámicos o fluoroquinolonas, hospitalización en los últimos 3 meses, derivación de otro centro de salud, índice de Charlson >3, historia reciente de uso de catéteres, edad >70 años, e inmunosupresión22,23.
Se identifican factores de riesgo asociados a ITU causadas por Enterobacterales resistentes a carbapenémicos (ERC). Entre estos, se destaca una alta prevalencia local de colonización o infección por ERC (>20%)22,24. En caso de requerir el inicio de tratamiento empírico en pacientes estables, se recomienda el uso de antibióticos tradicionales de menor espectro y reservar drogas de amplio espectro o nuevas drogas para pacientes graves (Tabla 1). Para tratamiento dirigido (con aislamiento microbiológico), se recomienda utilizar antibióticos con el menor espectro posible y menor impacto ecológico. En ITU-SV por ERC o BLEE y sin evidencia de infección sistémica, el tratamiento puede continuar con antibióticos tradicionales como aminoglucósidos, TMS o quinolonas. En la Tabla 1 se resumen los esquemas propuestos de tratamiento empírico inicial y dirigido. El estudio EZTEAM25 analizó la eficacia terapéutica de ceftazidima-avibactam en 516 pacientes con infecciones causadas por bacilos Gram negativos multirresistentes, de los cuales el 20 % presentaba infecciones urinarias complicadas. En el 70 % de estos casos, el agente etiológico fue Klebsiella pneumoniae, logrando un éxito terapéutico en el 88.3% de los pacientes. Cabe destacar que ceftazidima-avibactam no se utilizó como terapia de primera línea, sino principalmente en combinación con aztreonam.
Tratamiento para cocos Gram positivos
Las infecciones urinarias por cocos Gram positivos en pacientes hospitalizados con SV son poco frecuentes, representando menos del 20% de los casos. Dentro de estos, Enterococcus spp. se encuentra en aproximadamente el 12.5% de los aislamientos, mientras que la incidencia de Staphylococcus spp. es aún menor. Para el tratamiento de ITU-SV por E. faecalis se recomienda ampicilina 1 g cada 6 h ya que frecuentemente son sensibles. Ante sospecha de infección por Enterococcus spp. resistente a ampicilina y en pacientes alérgicos a betalactámicos se recomienda iniciar tratamiento con glucopéptidos: teicoplanina o vancomicina. Para las infecciones urinarias debidas a cepas de E. faecium resistentes a ampicilina y vancomicina, se recomienda el uso de linezolid o daptomicina. 
Tratamiento para Candida
La erradicación de la candiduria en pacientes sondados es difícil mientras permanezca colocado el catéter y, en muchas oportunidades, la remoción de la SV, permite erradicar el microorganismo sin la administración de antifúngicos26. En pacientes con candiduria asintomática, es fundamental evaluar los factores de riesgo para el desarrollo de candidemia, especialmente en neutropénicos, neonatos con muy bajo peso al nacer (<1500 gramos) y aquellos que serán sometidos a ciertos procedimientos de instrumentación urológica. En estos casos, se recomienda abordar los factores predisponentes, como el control de la glucemia, la suspensión de antibióticos innecesarios y la retirada de la sonda vesical, siempre que sea posible.
En pacientes con síntomas urinarios bajos y urocultivo positivo para Candida spp. como único microorganismo, en los que se ha colocado o recambiado recientemente una SV, se recomienda realizar una ecografía renal para descartar posibles obstrucciones o complicaciones.
Además, se debe evaluar la modificación de los factores de riesgo para la candiduria e iniciar tratamiento antifúngico si es necesario.
En pacientes con síntomas urinarios altos y/o signos sistémicos, se sugiere realizar hemocultivos y obtener otras muestras clínicas pertinentes, así como evaluar posibles sitios de colonización adicionales (como el tracto digestivo, genital, respiratorio, entre otros) y otros focos de infección (ocular, endovascular, abdominal, hepático, etc.). Además, se recomienda aplicar el puntaje de Candida para evaluar el riesgo de candidiasis sistémica e iniciar tratamiento antifúngico cuando sea indicado26. En caso de infección urinaria, el tratamiento de elección es fluconazol, ya que se elimina por riñón en un 80% sin alteraciones. En cepas resistentes, como Candida glabrata y Candida krusei, se recomienda el uso de anfotericina B desoxicolato.
En gestantes, la opción preferida es anfotericina B, ya que el fluconazol está contraindicado debido a su potencial efecto teratogénico27. En pacientes críticos con sepsis, se sugiere el uso de equinocandinas para el tratamiento de una posible candidemia, especialmente si ha habido exposición previa a azoles17.

Duración del tratamiento
La duración del tratamiento para la ITU-SV es un tema controvertido. Se recomienda completar al menos 7 días de tratamiento efectivo, aunque algunos autores sugieren acortar el tratamiento a 5 días en mujeres con catéter retirado (contando desde el retiro del catéter).
En casos donde no se utilizan antimicrobianos de primera línea (como quinolonas o cotrimoxazol), la duración del tratamiento podría extenderse hasta 10 días. La duración del tratamiento es similar tanto en casos de microorganismos susceptibles como en aquellos con resistencia antimicrobiana.26.
El cambio a vía oral debe considerarse para completar el tratamiento antimicrobiano cuando el microorganismo sea susceptible a antimicrobianos orales, el paciente presente estabilidad hemodinámica, tenga buena capacidad de absorción oral y el foco infeccioso esté controlado. Además, este cambio puede implementarse incluso en casos de bacteriemia, siempre que se utilicen fármacos con eficacia probada como parte de estrategias de optimización del uso de antimicrobianos (PROA)28,29. Entre las opciones orales con efectividad comparable a los betalactámicos intravenosos se encuentran las fluoroquinolonas, como ciprofloxacina (750 mg cada 12 horas) o levofloxacina (750 mg una vez al día), y trimetoprima-sulfametoxazol (dosis de 5 mg/ kg/día, equivalente a dos comprimidos de doble concentración [320/1600 mg] cada 12 horas en un adulto de 70 kg con función renal normal)28.
Estudios recientes también destacan la eficacia de betalactámicos orales en dosis altas, como amoxicilina (1000 mg cada 8 horas), amoxicilina-ácido clavulánico (1000 mg cada 8 horas) o cefalexina (1000 mg cada 6 horas), en el manejo de estas infecciones27-32.
Es importante señalar que el cambio a opciones orales no implica necesariamente una extensión en la duración del tratamiento. De hecho, algunas investigaciones han demostrado que un tratamiento total de 7 días es igual de efectivo que uno de 10 días para infecciones urinarias complicadas con bacteriemia³³.
No se recomienda realizar un urocultivo de control a menos que el paciente continúe sintomático o, eventualmente, antes de realizar procedimientos invasivos en el tracto urinario.

Prevención
El principal factor predisponente para las ITU-SV es la colocación de un catéter urinario permanente, ya que interfiere con los mecanismos de defensa naturales del tracto urinario y facilita la llegada de uropatógenos a la vejiga35. Por ello, es crucial seguir las indicaciones apropiadas para su colocación y mantenimiento del catéter36.
Las indicaciones para la colocación de una SV se limitan a retención aguda de orina u obstrucción vesical, monitoreo de la diuresis en pacientes críticos, uso perioperatorio, pacientes que requieren inmovilización prolongada (por ejemplo, politraumatizados, fracturas pélvicas, inestabilidad de columna) y comodidad en pacientes en fase terminal que lo necesiten. En cuanto a los pacientes con escaras, a quienes se les coloca una SV para favorecer la curación de heridas sacras o perineales abiertas, con incontinencia urinaria, se debe evaluar cuidadosamente cada caso y realizar una valoración de los riesgos y beneficios del uso de la SV. Es una buena práctica evaluar diariamente la necesidad de continuar con la (SV) como parte de una estrategia de retiro precoz, retirando el catéter tan pronto como ya no sea necesario. El clampeo previo al retiro no está indicado, principalmente en catéteres con menos de 7 días de permanencia37. Las recomendaciones para la prevención de las ITU-SV deben considerarse como prácticas esenciales que todas las instituciones de salud deben adoptar. Estas recomendaciones abarcan tres aspectos claves: indicaciones claras para la colocación de la SV, técnica adecuada de inserción del catéter y mantenimiento apropiado del mismo. Los objetivos primarios de los programas de prevención de las ITU-SV son reducir la colocación innecesaria de sondas y minimizar la duración del cateterismo38 (Tabla 2). Se recomienda que todas las instituciones implementen un paquete de medidas de mantenimiento que incluya al menos cinco estrategias de prevención, con un monitoreo constante para asegurar la adherencia a dichas prácticas. 1. Meato urinario limpio. 2. Mantener el circuito cerrado y sin obstrucciones (evitar clampear para retirar o tomar muestras). 3. Colocar la bolsa por debajo del nivel de la vejiga y sin contacto con el suelo. 4. Fijar la sonda vesical. 5. Retirar la sonda vesical de manera precoz y oportuna, siempre que sea posible. En cuanto a la vigilancia de ITU-SV, en los últimos años se han planteado cuestionamientos sobre el uso de la tasa de ITU-SV como indicador en los programas de control de infecciones19. Se recomienda seguir realizando la vigilancia de los episodios conforme a la definición establecida por el Programa Nacional de Epidemiología y Control de Infecciones Hospitalarias (VIHDA)39 e implementar la razón estandarizada de infección para la comparación interna (eventos observados vs. eventos esperados)1,40 En resumen, las ITU-SV son infecciones comunes en nuestros hospitales y requieren un manejo y diagnóstico adecuado para evitar el uso innecesario de antimicrobianos. Optimizar el diagnóstico mediante la solicitud de urocultivos únicamente en casos de sospecha de infección, iniciar el tratamiento de las ITU sintomáticas con el menor espectro posible y reducir el uso de SV, son aspectos clave para minimizar el impacto de esta infección en nuestros pacientes. Discusión Las ITU-SV constituyen un desafío clínico recurrente en los entornos hospitalarios, especialmente en unidades de cuidados intensivos (UCI), donde la prevalencia de cateterización urinaria es alta. Estas infecciones representan un problema multifacético debido a la falta de especificidad de los síntomas, el riesgo de sobrediagnóstico y la tendencia al uso excesivo de antibióticos, lo que contribuye al aumento de la resistencia antimicrobiana (RAM). Con respecto a las recomendaciones publicadas previamente8, en este artículo se refuerza la importancia del diagnóstico y la indicación de recambio de SV para reducir la contaminación y mejorar la precisión diagnóstica lo que justifica la implementación de protocolos de toma de muestra y manejo de estas infecciones (Fig. 1). La diversidad de microorganismos causantes de las ITU-SV, que incluyen tanto bacilos Gram negativos como cocos Gram positivos, así como hongos como Candida, resalta la necesidad de una aproximación individualizada en el tratamiento. La resistencia antimicrobiana es particularmente alta en ciertos patógenos, como Klebsiella pneumoniae y Escherichia coli, lo que refuerza la importancia de un diagnóstico preciso y un tratamiento dirigido. Debido a estos cambios, en esta actualización se modifican los tratamientos empíricos y dirigidos en base  a las nuevas drogas disponibles en nuestro país.
Un aspecto relevante es la duración del tratamiento antimicrobiano. Si bien las recomendaciones sugieren un tratamiento de al menos 7 días, la duración puede ajustarse según la respuesta clínica del paciente y la evaluación de los factores de riesgo, lo que plantea la necesidad de personalizar la terapia antimicrobiana en función de la gravedad de la infección, la resistencia local y la condición del paciente. Además, el paso a antibióticos orales en pacientes estables es una estrategia útil para optimizar el uso de antimicrobianos y reducir el riesgo de efectos adversos. En cuanto a la prevención, la estrategia más efectiva sigue siendo la reducción de la colocación de sondas vesicales, ya que su uso prolongado es el principal factor predisponente para el desarrollo de ITU-SV. En esta actualización, se resume la evidencia de cada medida de prevención y la importancia de implementar paquetes de medidas que controlen las infecciones.
En conclusión, el manejo de las ITU-SV requiere una combinación de estrategias diagnósticas precisas, un tratamiento antimicrobiano dirigido y una prevención efectiva para evitar el uso excesivo de antibióticos y la emergencia de resistencia antimicrobiana. La optimización de los criterios para la solicitud de urocultivos, el uso responsable de antimicrobianos y la implementación de prácticas de prevención y control adecuadas son esenciales para mejorar los resultados clínicos de los pacientes y reducir el impacto de estas infecciones en los hospitales

NOTA: el  presente es parte importante del artículo publicado. Tablas, Figuras y Bibliografia completa, puede consultarse en la revista mencionada al comienzo


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